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Esperanza que no perece I

  • Foto del escritor: GrupodeGracia
    GrupodeGracia
  • 17 ago 2020
  • 5 Min. de lectura


“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,   para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros,   que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.  En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,  para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,  a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;  obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

1 Pedro 1:3-9 - RVR 1960


Ser cristiano en tiempos de crisis no es una problemática moderna, al situarse en las narrativas de la Biblia vemos constantes sufrimientos de creyentes a lo largo de la historia. En esta oportunidad viajaremos al primer siglo d.C. En aquel tiempo el emperador Nerón tuvo ambiciones de destruir Roma con el objetivo de volver a construir un imperio mayor. Convenciendo a los romanos de que la ciudad había sido quemada por los cristianos, comenzó una cruda persecución hacia los creyentes de Cristo a lo largo del imperio romano, extendiéndose a las ciudades de Ponto, Galacia, Bitinia, Capadocia y Asia. A pesar de la adversidad vivenciada, el apóstol Pedro escribió una carta cargada de esperanza, aliento y preocupación. Comienza identificando a los creyentes de una manera especial, indicando: "Escribo esta carta a los elegidos, expatriados de Dios que viven como extranjeros" (1 de P. 1:1 - RVR 1960 parafraseado). Ahora bien, se puede considerar que los romanos perdieron todos sus bienes, posesiones y expresiones religiosas, pero mantuvieron sus pies en la tierra, donde ellos pertenecían. Sin embargo, ¿qué pueden hacer los creyentes al perder todo lo anterior y ser perseguidos? El panorama no era para nada alentador, solamente podían huir del territorio, aterrizando en una realidad devastadora, llevándolos a entregar toda su humanidad por la sobrevivencia. Este es el contexto donde se presenta la carta de Pedro, trayendo de regreso una esperanza que trasciende la realidad de los creyentes del primer siglo, y también nuestro contexto actual.


Habiendo leído el texto y su contexto, quiero exponer 4 puntos que serán abordados en dos artículos, los que nos llevarán a encontrar el gozo en Dios a pesar de las circunstancias atemorizantes de nuestros días, considerando los altos índices de desempleo, el desprestigio de la institucionalidad en todas sus esferas, los graves antecedentes de corrupción moral, civil y religiosos, y ahora las consecuencias de una devastadora crisis sanitaria, producto de una pandemia.


1. Esperanza trascendente (Versículo 3)

Los creyentes perseguidos experimentaron constantes emociones de angustia, desesperanza y cuestionamientos de su fe. Es por esto que Pedro les recuerda con firmeza las bases del evangelio,  señalando que: "Es por su gran misericordia que hemos nacido de nuevo, porque Dios mismo levantó a Jesucristo de los muertos" (1 de P. 1:3 - NTV). Estas palabras nos recuerdan que el evangelio siempre debe ser importante y relevante en nuestra vida, la idea es atesorar constantemente la obra de Dios en Cristo y el proceso de transformación de Dios en nosotros. Necesitamos las bases del evangelio para no desmayar en el transcurso de la vida. Cuando se asoman los momentos de angustia, desesperanza y los clásicos cuestionamientos de fe, nuestra vida es eclipsada por la circunstancia y olvidamos lo esencial. Por eso el Espíritu Santo inspira a Pedro, quien batalló en circunstancias críticas. Como podemos verlo en el episodio de la tormenta, la barca y Jesús caminando por las aguas (Mateo 14:22-33). En aquel episodio se puede apreciar a un Pedro lleno de inseguridades y cuestionamientos al visualizar a Jesús caminando sobre el agua. No obstante, Jesús comprendía los sentimientos de Pedro, invitando a que exprese sus propias dificultades y emociones. Por esto, Jesús se revela a la vida de Pedro, produciendo un pedazo de la eternidad en el corazón del apóstol.


2. Esperanza incomprensible (Versículo 4-5)

La sociedad tiene esperanzas en muchos aspectos, algunos de ellos son un cambio en el régimen político, la creación de estados e instituciones sin corrupción moral, el desarrollo socioeconómico equitativo e igualitario para todos. Esperando que estos engranajes encajen y sean funcionales, se afirma que "habrá un mejor vivir". En el tiempo de los cristianos del primer siglo, estos se vieron confrontados con un poder político que les era hostil a la creencia monoteista, siendo utilizados por el emperador Nerón, pagando las consecuencias de la ambición, siendo expulsados por la propia comunidad del pueblo Romano. ¿Les quedaba alguna esperanza a la cual aferrarse? Siendo sincero, creo que la vida de aquellos cristianos estaba llegando a su límite, al límite existencial de no tener una esperanza que pueda levantar sus cabezas a confiar en Dios. Por lo tanto, ¿qué es lo que Pedro tiene por decirle a estos hermanos que estaban en crisis? Pedro sujeta esta realidad a una esperanza distinta, una esperanza que la sociedad de esa época no podía ofrecer, y que la nuestra de ninguna manera la ofertará, manifestando: "tenemos una herencia que no tiene precio, una herencia que está reservada en los cielos para ustedes, pura y sin mancha, que no puede cambiar ni deteriorarse (1 de Pedro 1:4 - NTV)". Queridos amigos, esta es una de las expresiones más bellas de la esperanza que guarda el corazón del cristianismo, una esperanza no conocida por ningún ser humano, pero asegurada por Dios para aquellos que han sido elegidos y llamados por el puro afecto de su voluntad. Acercándonos a Él para disfrutar de su obra en nuestras vidas. 


En estos tiempos de pandemia todo parece destruirse a pedazos. Todo lo que conocíamos como realidad y, peor aún, la llamada "normalidad" se esfuma y se acaba. Por eso, en este tiempo es donde más debemos aferrarnos a las palabras de nuestro Dios, palabras que traen una esperanza que no comprendemos del todo, pero de la cual somos parte. Dios, quien es fiel a sus promesas, nos dice que esta herencia no podrá marchitarse, cambiar, ni deteriorarse. Sin embargo, si bien la promesa no puede ser cambiada, existe la constante inseguridad de que nuestra fe se pueda perder o no ser suficientemente aptos para esta herencia. En vista de eso, Pedro se encarga de mostrarnos el cuidado y la perfección del plan de nuestro Señor, indicando que: "Por la fe que tienen, Dios los protege con su poder hasta que reciban esta salvación, la cual está lista para ser revelada en el día final, a fin de que todos la vean." (1 de Pedro 1:5 NTV). La suficiencia del plan de Dios que sostuvo la vida de aquellos cristianos perseguidos, es la misma que nos sostiene el día de hoy. Recordar la fidelidad de Dios a lo largo de la historia de la redención, debe ser un himno de honor cantado por nuestros fatigados corazones. 


Dios es el que guarda nuestra fe, Dios es el que realizó el acto de salvación eterno amor e incomprensible esperanza.

 “Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída y para presentaros sin mancha en presencia de su gloria con gran alegría, al único Dios nuestro Salvador, por medio de Jesucristo nuestro Señor, sea gloria, majestad, dominio y autoridad, antes de todo tiempo, y ahora y por todos los siglos. Amén.” - libro de Judas 1:24-25



Víctor Jordán Clavijos Flores, perteneciente a la Iglesia Presbiteriana de Chile, Mar de Gracia. Casado con Francisca.

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