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Las palabras hacen la diferencia

  • Foto del escritor: GrupodeGracia
    GrupodeGracia
  • 8 sept 2020
  • 5 Min. de lectura

"Nosotros Pablo, Silas y Timoteo, escribimos esta a carta a la iglesia en Tesalónica a ustedes que pertenecen a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Que Dios les dé gracia y paz"

1 de Tesalonicenses 1:1 - NTV




Pensemos en el Apóstol Pablo, Silvano y Timoteo, un equipo de trabajo dedicado celosamente a esparcir las semillas del evangelio en la localidad de Asia menor, lo que actualmente es Turquía y lugares aledaños. Ellos mantuvieron un deseo gigantesco por traer la esperanza de Jesús a lugares desconocidos, culturas contrarias y sistemas políticos opresores al anunciamiento de Jesús como el Mesías.

El libro de Hechos nos habla de la formación de esta comunidad de fe (17:1-9), bajo un contexto de adversidad y dificultad. Esta comunidad enfrentó duras pruebas, como la del castigo de un hermano llamado Jason y otros creyentes por entregar lealtad a otro Rey que no fuera el César (Hechos 17:5-8). A pesar del azote de los cristianos y las constantes prohibiciones que vivieron, la semilla del evangelio cayó en terreno fértil, produciendo una de las comunidades más leales a la fe y ante el inminente retorno de Jesús.

Considerando un poco el contexto de aquella época, es necesario entender que la comunidad estaba compuesta por personas judías y griegas que residían en ese lugar bajo una cultura greco-romana dominante. De una cultura greco-romana que ejercía su dominio bajo un sistema político imperial liderado por el César, que conviven bajo una tradición politeísta de dioses. Esta asociación en el dominio romano, trajo como resultado el rechazo y el quiebre de las relaciones significativas de los cristianos de la época, tanto en sus núcleos familiares como en sus espacios de desarrollo comunitario. Los cristianos representaban otra forma de mirar la vida, al creer en una cosmovisión distinta, ajena al pueblo politeísta y dependiente del rey.

Ahora tomando en cuenta nuestro contexto actual, podemos visualizar una sociedad que está dejando de mirar su propio ombligo, enarbolando banderas de justicia social e interminables disputas por la verdad, condenando los abusos y la corrupción en nuestra forma de hacer política en todo nivel. Esto, por consecuencia, produce en el corazón factores como: ansiedad, angustia, inmovilidad y ganas de que todo pronto acabe. Pero, el cristiano tiene una salida, abrazando su Biblia cuando todo cae a pedazos, desea ansiosamente el retorno de Cristo por medio de la esperanza del evangelio y el cumplimiento del plan eterno de redención.

El mundo y todas las cosas que hay en él se encuentran descompuestas y distorsionadas por la maldición del pecado. Lo que conlleva a crear en nosotros la mentalización de evitar inmiscuirnos en discusiones que puedan romper con nuestra comodidad evangélica, teniendo pocas respuestas a los problemas actuales, auto-marginando las ideas del plano público y moviéndolas al privado. Pero, eso no fue lo que vivieron los cristianos de la iglesia de Tesalónica, ellos vivieron contrariados por sus propios compatriotas (1 de Tesalonicenses 2:14), excluyéndolos de los derechos civiles de la comunidad y privandolos de la esfera pública por mantener una creencia distinta. A pesar de eso, la fe de ellos y el evangelio vivido marcaron un ejemplo a seguir. Por esto, Pablo y sus colaboradores escriben la primera carta a los tesalonicenses.

El versículo que ha cautivado mi atención para este devocional es bastante corto, de hecho es una salutación que les hace Pablo, Silvano y Timoteo a una iglesia que se mantuvo en pie viviendo el evangelio, a pesar de un contexto contrario y adverso que se genero para nuestros hermanos de antaño.

Por esto quiero identificar 3 cosas que nos pueden ayudar a sobrevivir dentro de esta sociedad que no ama ni busca a Dios.


1. En primer lugar, la carta identifica a los creyentes como pertenecientes a Dios padre y al Señor Jesucristo (versión nueva traducción viviente). En la actualidad todas las personas se encuentran deseosas de apegar su vida a una identidad que otorgue sentido y valor a sus vidas. Ante lo cual, a veces nos extraviamos en las ideas de la vida y no encontramos motivaciones para continuar avanzando en esta. Por esto, Pablo identifica a las personas como pertenecientes a Dios Padre y al Señor Jesucristo. Proveyendo Dios una identidad en algo externo al ser humano, identidad que proviene del Señor, un Dios trascendente que es fiel a sus palabras. Por consecuencia, el creyente guarda la gran esperanza del evangelio al pertenecer al pueblo de Dios.

"En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria"  Efesios 1:13-14

2. En segundo lugar, la palabra que ocupa Pablo es la gran idea de la gracia de Dios. La gracia ha sido definida como "un regalo inmerecido". Esta idea es el soporte de la vinculación que establece Dios con su pueblo, ya que al no existir el regalo inmerecido, las consecuencias de nuestras acciones nos llevarían a otro rumbo. Pero, no creamos que nuestras acciones no tienen consecuencias, estas maltrataron a Jesús, escupieron a Jesús y hasta tuvo que morir en una cruz como un vil delincuente en nuestro lugar. La cruz era nuestra, pero otro la quiso llevar voluntariamente por nosotros. Para que nuestras vidas tuvieran sentido e identidad. "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él". 2 de Corintios 5:2


3. En tercer y último lugar, Pablo finaliza su salutación con un aspecto que es consecuencia de recibir la gracia inmerecida de Dios: desea que sus lectores tengan paz. William Macdonald afirma lo siguiente: "La paz es la tranquilidad imperturbada que desafía a las azarosas y aplastantes circunstancias de la vida" ]. Jesús es el objeto, la gracia es la causa y la paz es su efecto. En tiempos en que la paz escasea en las conversaciones y no es meditada en nuestros corazones, un saludo invita a los lectores a la tranquilidad. Dios en su gracia ha traído consigo al Príncipe de Paz. 

Jesús nos dijo "Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo". Juan 16:33


Es por todo lo anterior que el sentido de las palabras que una persona refiere a otra puede producir tranquilidad o desesperación. En estos tiempos necesitamos recordar la paz de Dios que gobierna todo entendimiento a nuestros fatigados corazones. No perdamos la identidad, abracemos el regalo inmerecido y disfrutemos de la paz que proviene de Dios.


Referencias:

[I] Comentario bíblico de William Macdonald a la 1 carta de Tesalonicenses

Víctor Jordán Clavijos Flores, perteneciente a la Iglesia Presbiteriana de Chile, Mar de Gracia. Casado con Francisca.


 
 
 

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