Matrimonio: más que un contrato, un pacto
- GrupodeGracia
- 6 jul 2020
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Actualizado: 6 jul 2020
"Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne". Génesis 2:24 (RVR 1960)

¿Has escuchado la frase: ‘‘no necesitamos un contrato para estar juntos’’?. Probablemente sí. Es muy común escuchar a dos personas que se unen bajo convivencia afirmar esto. Ellos ignoran que al vivir de esa forma están en fornicación, debido a que no es visto en nuestra sociedad como algo pecaminoso. Al contrario, es visto como algo “aceptable”; pero, el hecho de que la sociedad diga que es aceptable, no quiere decir que Dios diga lo mismo. Este tema me recuerda a un pasaje de la Biblia, en el libro de Isaías capítulo 5: 20-21 (Biblia NTV): ¡Qué aflicción para los que dicen que lo malo es bueno y lo bueno es malo, que la oscuridad es luz y la luz es oscuridad, que lo amargo es dulce y lo dulce es amargo! ¡Qué aflicción para los que se creen sabios en su propia opinión y se consideran muy inteligentes!. Nadie puede negar que esto ocurre en nuestros días, dónde la verdad de Dios ha sido tergiversada y cambiada por la sabiduría humana, sabiduría que está incompleta y torcida para no responder a la Ley de Dios que nos muestra como volver a vivir bajo el diseño original. Teniendo en consideración lo anterior, vemos que el ser humano en su condición caída e inclinada hacia el mal elige creer lo que la sociedad ve como aceptable y rechaza la verdad de Dios. Es por eso que ignoran que unirse amorosamente y convivir sin la intención de contraer matrimonio es algo pecaminoso ante Dios, a dicha convivencia, Él la llama fornicación.
Por otra parte, si eres creyente y deseas cumplir la voluntad de Dios en tu vida, no deseas vincularte con otra persona por los motivos incorrectos, procurando preparar tu corazón hacia lo correcto. Esto es: amando a tu novia(o) por sobre las demás personas y comprometiendo tu amor hacia ella o él guardando el testimonio de la fe, creyendo en el pacto matrimonial.
Algunos no quieren llegar hasta el altar porque, si se complican las cosas, simplemente no siguen con su relación de convivencia. Sin duda alguna, nadie espera que lleguen esos períodos de crisis, pero llegan. Si el matrimonio fuera como un contrato común y ordinario, probablemente alguna de las partes anularía el acuerdo que los une a seguir “trabajando juntos”, apenas se sienta incómoda por las circunstancias en que atraviesa su acuerdo o apenas se sienta defraudada al no recibir lo que esperaba. El matrimonio es algo más profundo que un contrato, es un pacto donde ambas partes concuerdan en que hacen un compromiso de querer estar juntos hasta la muerte; compromiso que va a hacer probado por las distintas circunstancias que estos experimenten en la vida. En salud, en enfermedad, en riqueza, en pobreza, no es sólo cuando todo va bien, es hasta la muerte. Y al igual que en los pactos del Antiguo Testamento Dios es quien sella dicho compromiso.
El matrimonio es la fiel representación de la unión que Cristo tiene con su Iglesia.
Cristo no se divorcia de su Iglesia cuando ésta no responde como Él quisiera; al contrario, sigue trabajando en su relación con ella, ya que cuando Jesús se unió a su esposa, lo hizo para siempre y para nunca rechazarla. Por lo tanto, no se debería tener miedo a querer vivir bajo las condiciones que el pacto matrimonial plantea, ni se debiera renunciar cuando llegan las primeras crisis, sino más bien, en medio de estas se debiera buscar ayuda, solución y restauración.
Debido a estos desafíos que presenta el matrimonio, nos encontramos con muchos jóvenes cristianos que se apartan de la idea de contraer matrimonio, rehúsan hacerlo y no lo ven como una posibilidad en medio de sus relaciones amorosas. Pero además de esto, creo que estos jóvenes olvidan que ahora estamos en Cristo, donde Él nos hace un llamado a que ahora todas nuestras creencias, tradiciones y puntos de vista sobre la vida deben ser afectadas por una cosmovisión bíblica.
Al estar en Cristo tenemos una nueva naturaleza y ahora somos guiados por ella: “Los que pertenecen a Cristo Jesús han clavado en la cruz las pasiones y los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí. Ya que vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de nuestra vida.” (Gálatas 5:16-25. NTV). La nueva naturaleza no dejará que la dureza de nuestro corazón prospere en medio de nuestro matrimonio. Al estar en Cristo ahora tenemos al Espíritu Santo morando en nosotros. En otras palabras, Dios mismo está ayudándonos en nuestra debilidad. Simplemente el saber estas verdades les ayudarán a vivir cada proceso del pacto.
Como es sabido, cuando se está ante un oficial público se firma un contrato al contraer matrimonio. En la Biblia observamos que Dios es testigo del pacto del matrimonio “(...) Porque el Señor ha sido testigo entre tú y la mujer de tu juventud, contra la cual has obrado deslealmente, aunque ella es tu compañera y la mujer de tu pacto.” (Malaquías 2:14 LBLA), matrimonio donde llegamos a hacer una sola carne: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis 2:24 RVR60).
Ya no son dos personas afirmando que quieren estar juntas, sino que son dos personas junto a Dios afirmando estar juntas.
Y si Dios está como testigo de nuestro pacto, Él no nos abandonará en medio del camino, Él siempre estará allí, ayudándonos en los desafíos de amarnos como esposo y esposa.
“Querido lector”, no te olvides que dentro del pacto matrimonial el perdón es muy importante. El matrimonio es un lugar preciso para dar gracia a tu cónyuge y, a la misma vez, es dónde más vas a recibir gracia, no sólo en algunas ocasiones, sino constantemente.
Por Moisés Fernando Rantul Coliao, perteneciente a la Iglesia CEGAD de San Antonio; casado con Daniela Venegas.
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